¿Quién es Octavio?

Octavio por Ricardo Vizcaya

No me puedo sentar en el living de casa sin pensar en él.

Me parece sentirlo entrar, cada domingo que venía a casa, diciendo desde la puerta un fuerte, alegre e interminable HOLAAAAAAAAA…., y entraba con una sonrisa de oreja a oreja. Cada vez que llegaba nos sorprendía con un detalle distinto, y yo esperaba que llegara para ver cual era, cuando no era un sombrero de tanguero, era una gorra escocesa, o un pañuelo al cuello de colores llamativos o unas zapatillas que solo él se animaba a ponerse. Siempre traía el toque de su increíble personalidad. Nos saludaba a uno por uno con una alegría que contagiaba. No había malhumorado que se le resistiera. A cada uno nos preguntaba… ¿y vos como estas??? Y no preguntaba por formalidad, prestaba mucha atención a lo que le decía cada uno. Siempre sabía en que estaba cada uno.

Nadie podía quedar al margen de sus ganas de vivir y de pasarla bien. Al llegar a la cocina ya entraba diciendo ¿En que puedo ayudaaaaar??? Y no hacía falta decirle nada que ya estaba cortando queso, abriendo un vinito o lo que fuera para colaborar. Luego se movilizaba por toda la casa. Me parece verlo bailar un tango con la abuela Ela, cuando ella pedía que alguien la levantara un poco. No dejaba de acercarse a cada uno de nosotros para tocarnos, abrazarnos, besarnos y mimarnos. Luego venían sus infaltables y maravillosos masajes. Me parece escucharlo a Coco decir AHHH y poner cara de éxtasis al recibir los masajes de cuello. Cuando se enteraba que los chicos (Joa y Lupi) estaban todavía durmiendo, subía rápidamente la escalera para despertarlos, y lograba hacerlos bajar con una sonrisa y de buen humor aunque se hubieran acostado una hora antes. Era el encargado de mantener alegría en la mesa. Era un sol.

De ahora en más tendremos que hacer grandes esfuerzos para mantener el ánimo y sentir que él sigue estando presente entre nosotros. Porque así quisiéramos que fuera.

Tavo te llevamos cada uno de nosotros en nuestros corazones.
Tavo, ojalá que hayas encontrado la paz.

Octavio por Mariano Keselman

¿Querés algo de tomar algo fresco o calentito? Hay jugo, agua mineral. Sino puede ser un cafecito o un té en hebras riquísimo que trajimos de Paris. ¿Tenés hambre? ¿Te hago un omelette?

Cuando uno llegaba a esa casa, Tavo siempre te apabullaba amorosamente con esas preguntas, apenas le respondías y él se ponía manos a la obra. Tamaño recibimiento era el perfecto exorcismo para limpiar con amor todo aquello negativo que se va pegando en uno a lo largo del día. Después sobrevenían charlas y de ellas nacían planes instantáneos y divertidos: Tavo de la nada convertía una reunión en una fiesta.

Trabajaba en un lugar donde claramente no encajaba con su personalidad, su sentir, su forma de ser, pero aún así su trabajo era impecable. En realidad, cualquier cosa que encarara Tavo, tanto para él como para lo demás era realizada con la mayor atención y detalle. Si estabas haciendo un asado, el estaba atento a que necesitabas, si algún amigo o amiga le comentaba “tengo que pintar mi casa” Tavo te decía,  “no llames a nadie, la pintamos entre los dos”. Inclusive te lo decía aunque jamás haya agarrado una brocha. No importaba nada, ni siquiera el resultado.  El estaba ahí, con su felicidad, su sonrisa y su buen ánimo y enormes ganas de compartir.

Con Gaby hacía una pareja hermosa, se complementaban, se seguían, se cuidaban el uno al otro. Tavo le ponía la toalla a calentar con una estufa cuando Gaby se iba a bañar, mientras le preparaba algún tentempié el cual servía prolijamente en la mesa. Porque Tavo era naturalmente glamoroso en el más sofisticado significado de la palabra. El último año nuevo la pasamos con amigos en la terraza de casa y Tavo trajo túnicas de colores para recibir el año nuevo. Y todos bailamos, y festejamos con amor y felicidad. Recuerdo a Alina, mi hija de 4 años,  bailando con el “tio tavo”. Ayer mi mujer me cuenta que Alina estaba mirando tele y de repente aparece el noticiero con una foto de tavo informando de su desaparición, mi mujer cambió rápido y a tiempo de canal para que Alina no se enterara de lo que pasaba. “Mami, el tio Tavo está en la tele” dijo cuando vió la foto de él en la tele. Y es ahí donde la enorme inocencia de una niña en contraposición a este enorme caudal de odio y maldad humana chocan frente a mi alma. El dolor es enorme y a la vez inútil: ni todo el dolor del mundo va a traer de vuelta a tavo.

Entonces ¿como se balancea esto?

En lo personal suceden dos cosas en mí: Siento que tengo mucho que aprender del paso de Tavo por mi vida, y siento que debo hacer el esfuerzo titánico de auto convertirme en un transformador que convierta todo el dolor en amor, toda esta oscuridad en luz, y toda su ausencia en memoria. Un enorme transformador multiafectivo. Este proceder es únicamente por él. Es lo mínimo que puedo hacer en nombre de la enorme e inconmensurable gratitud que siento por Tavo, por haber compartido conmigo su vida y  la enorme amistad que nos unía , por ese enorme amor que él nos irradiaba rodeando tanto a mí como a los demás amigos y familiares de Tavo unificándolo todo. Porque Tavo sabía un secreto a voces, muchas veces ignorado: Sólo el amor puede sostener.

Octavio, Tavo, Tavito Tavin, Yiyi, el 27 es tu cumple. Me encantaría poder hacerte la fiesta que te merecés. Me encantaría poder bailar toda la noche en espíritu festivo. Pero antes, queda un lección por aprender: Cómo hacer para bailar cegado por tanto dolor.

Te voy a extrañar amigo, que encuentres el rumbo hacia lo divino.

Octavio por Lucía Vizcaya

Amanecí inmensamente feliz.
Agradezco a la vida haber conocido a Tavo y tener un hermano más. Soy feliz por haber compartido con Tavo los mejores y peores momentos de mi vida.
De él tengo q aprender lo q es el compromiso por la vida, el respeto a los demás, el amor por lo que hacemos y, por sobre todas las cosas, a encontrar la felicidad en cada detalle de la vida.
Soy feliz.
Gracias Tavo por amarme, cuidarme. Te amo hoy y siempre.
Pupi

Octavio por Mechi Rinaldi

Ese día nos descosimos bailando. El mundo quedó atónito ante nuestra manera de hacerlo. De divertirnos, de reir, alegrarnos, emocionarnos y de ser felices. Ese día fue maravilloso.

Te recuerdo con una sonrisa constante en tu cara, con una felicidad gigante en el alma y un amor tan sano y tan puro para con todo.

Ese día, como en el resto de todos los días, te voy a recordar así, felíz, contento y con ganas de vivir.Si me dan la posibilidad de detener el tiempo, sin dudas elegiría ese día. Me quedaría ahi, con vos, bailando juntos hasta que los pies nos sangren. Estabas pleno.

Hoy como todos los sábados fui a tap, y bailé, bailé y bailé con tanta fuerza que rompí los zapatos. Con tanta intensidad como ese día.

Y seguiré así, recordándote felíz y bailando, para que cuando nos volvamos a encontrar, Tavo, volvamos a hacerlo juntos.

Octavio por Sabrina von Graevenitz

Mantendré mi sonrisa en la cara por ti Octavio,viviré intensamente por ti y por mí, seré lo más feliz por ti y por mi, te extraño mucho. Te adoro con el alma. Siempre estarás conmigo, te guardo en el corazón.

Octavio por Javier Ormazabal Benito

Adiós Octavio, te han arrebatado la vida, y a los que más te quieren la posibilidad de disfrutarla y compartirla contigo. Aún no me lo creo. Los que lo han hecho son la encarnación del mal, de todo lo que no debería haber en este mundo, y yo el poco tiempo que te conocí, disfruté precisamente de lo contrario, del sentido del humor, la complicidad, la generosidad… gracias.

Octavio por Pablo Vascello

Apenas conocí a Octavio, conozco a sus amigos, y soy muy amigo de la chica que festejó su cumpleaños el sábado pasado, en aquella fiesta en la que lo esperábamos. Apenas lo conocí, en fiestas de otros años, en la misma casa a la que esta vez no llegó. Pero lloré y temblé cuando recibí el impacto de la noticia, el peor final, el que no esperábamos, ese maldito final hijo de puta que hiela la sangre.

Esta semana me enternecí con su novio, Gabriel, a quien no tuve el gusto de conocer, cuando contaba que el saco de pana favorito de Octavio, el que pensaba traer con orgullo a la fiesta, quedó colgado sin usarse. Octavio y Gabriel iban a casarse a fin de año, después de 12 años de novios. Iban a recibir ese maravilloso regalo que nos ha traído este tiempo a todos, homosexuales, heterosexuales, trans: ell matrimonio igualitario. Y Octavio iba a ser el primer representante de una fuerza como prefectura en hacer uso público de ese derecho que al fin nos abrió un poco más la libertad. Insisto, a todos, tengamos la orientación sexual que sea, que se nos cante. Siendo heterosexual sentí un alivio en mi alma cuando esta merecida ley se hizo realidad, porque como dije entonces, el logro de la libertad de uno, es un logro en la libertad de todos.

Y debo decir que, de alguna manera, que alguien que forma parte de la prefectura se case con otro de su mismo sexo, hasta me empezaba a hacer aflojar mis prejuicios, que jamás tuve con nadie por su orientación sexual, pero sí contra los uniformes.

Octavio habló con su amiga Mariela, a las 20:30 del sábado, confirmando su presencia en la fiesta, con bebidas que ya había comprado, y hasta dijo que traía su saco de pana para lucirse. Luego de ese llamado, Gabriel, su prometido, fue el último en verlo. Ofreció traerlo en su taxi a la fiesta antes de salir a trabajar, Octavio dijo que se las arreglaba, Gabriel salió dejándole plata sobre la mesa. A partir de entonces el celular de Octavio se encontraba apagado, los amigos estuvieron llamándolo toda la noche, extrañados con su ausencia en el cumple. Y luego Gabriel, de regreso a casa, se encontró el saco de pana colgado, las bebidas en la heladera, la plata sobre la mesa. Octavio había salido a la calle, en cambio, con un saco de lana. “Como si hubiera bajado al quiosco” pensó Gabriel.

Octavio desapareció de nuestras vidas, el sábado pasado, en un lapso entre las 20:30 y las 22:30, sin dejar rastro. Hoy apareció en el río, su cuerpo ya bastante descompuesto, al que reconocieron en primera instancia por sus tatuajes. El destino trágico al que esperamos vencer, con todas nuestras ganas, y nuestras vísceras, y nuestra fe, y nuestras pelotas y ovarios, se presentificó con la maldita crueldad impune que nos recuerda que a la vida no hay que darla por sentado.

El amor y la vida son regalos, la muerte es un robo despiadado.

La muerte de Octavio duele hasta los huesos. El dolor de Gabriel lastima hasta el alma. La angustiosa frustración de sus amigos, los que llamaron a ese celular vacío durante la fiesta, y que se movieron como héroes durante la semana, sacándole jugo al tiempo, con el ansia de probar alguna puta vez que el destino no tiene que ser necesariamente trágico, desarma el cuerpo.

La inevitable pregunta anida en nuestros heridos corazones como espada filosísima ¿tuvo algo que ver el mundo de armas y escalafones con la posible intolerancia que derivara en la muerte de Octavio, el primer uniformado en casarse con alguien de su sexo? La verdad, no lo sabemos, pero esa idea nos rechina en los dientes con furia. Y entonces otra inevitable y dolorosísima pregunta se revuelve entre la sangre ¿sabremos alguna conchuda vez lo que pasó, o nos será ocultado, como tantas veces que nos acostumbraron el cuerpo a no esperar ni verdad ni justicia?

La muerte de Octavio comenzó en el cumpleaños de una de mis amigas más queridas y da ganas de putear con la garganta abierta a más no poder. Es injusta, es contranatura, si es que hay algo contra natura, término insultante que tantos derechosos y arrogados de píos utilizan para nombrar a los que se quieren y tienen ambos pito, o tienen ambas chucha.

Apenas conocí a Octavio, lo que puedo decir, es que todas las veces que lo vi, me dejó con una sonrisa. Y a Gabriel lo conocí menos, lo vi por tele, pero me alcanzó para querer abrazarlo.

No sé si alguna vez sabremos la verdad, no sé si puedo creer en la justicia, como se dice en la tele. Sí creí en la justicia cuando salió la ley que nos iguala, pero hoy, se me desinflan un poco las esperanzas. Espero que no se les desinflen a sus familiares y amigos, la necesitan. Ellos necesitan la verdad, necesitan consecuencias de los actos, necesitan que esta muerte no quede atrapada en el limbo del silencio cómplice. Necesitan reparar, aunque sabemos, nada devuelve la vida de Octavio, el que nos hizo reír, y enternecer, y llorar, y el que se fue dejándonos con las ganas de verlo lucir su saco de pana.

Octavio por Delfina Valinotti

Siempre, pero siempre te voy a recordar así, con esa sonrisa enorme, contento, alegre…Entrando al aula y diciendo “Mañana hay una fiesta, quién se prende??”…O diciéndome “Mirá que culito Barbie ehh!” jajaa!

Hermoso, eso eras, sos y vas a ser siempre! Una persona hermosa, por fuera y por dentro, lleno de buenas intenciones, de carisma, de alegría! Siempre vas a estar en mi corazón Tavito!

Lo único que puedo decirte ahora es que descanses en paz y que todos vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que se haga JUSTICIA! Te quiero mucho! POR SIEMPRE EN MI CORAZÓN!!!

Octavio por Manuel Montaner

Querido Octavio:

En una hora oscura, donde miles de preguntas nos abruman, donde el sueño se ha ido junto con nuestras lágrimas, tu presencia inmortal aparece en una foto.

La luz que te ilumina te devela, Angel de la Guarda Eterno y Reposante, y en el dolor horrendo en tu partida, me consuela saber que nos aguardas.

Nada será igual, ni siquiera la rabia, pero como Vos, no cedo a la revancha,

Un viento suave se levanta en tu Justicia, y una miríada de hermanos se escuda con tus alas.

Nadie podrá arrancarte de nosotros, no borrarán la mansedumbre en tu mirada, ni podrán reemplazarte ni mancharte, ni adivinarán el sentido del mandala.

Celebro tu amistad como tu vida, liviano pasajero de la lluvia, con sueños tan altos, tan abiertos, que invitaban a planear por las montañas.

Tu empatía era tu marca, tu sinceridad tu firma, tu amor sin límites movía, a que las conversaciones fueran sin espadas.

Tu curiosidad, tu alegría, tu libertad, tus competencias, tus ganas de crecer y tus palabras son parte de un capital enorme que me ha enriquecido como hombre.

Amigo, el tiempo te acompaña. Y Lili y mis hijas y yo cobijamos la Esperanza, de que sos recibido como un hijo que vuelve luminoso hacia su Casa.

Nosotros mientras tanto hemos abierto el círculo, para abrazar a toda tu familia, y ser Familia, conteniendo y recordando entre todos tu mismo largo, cálido, infinito abrazo.

Mane

PS: Hasta la resurrección de la carne, Octavio…